El colapso de los vertederos (02_03_2020)


El colapso de los vertederos
 
El regreso de la basura que arrojamos en la casa del pobre

Desde que en las sociedades hegemónicas hay gente que se preocupa por el ambiente, la basura se ha convertido en un problema. Y los problemas que amenazan a los beneficios económicos deben arrojarse lejos. Los países más ricos, son los más “limpios”, se dice. En la Europa nórdica y la anglosajona se presume de ello. Que lejos en el tiempo quedan aquellos barcos que partían de las costas de Gran Bretaña e iban a parar no muy lejos de la costa de Finisterre (el “fin de la Tierra”) para arrojar bidones repletos de residuos radiactivos.

China se convirtió, así, además de en la fábrica, en el vertedero del mundo. Pero desde 1 de enero de 2018 prohibió “importar” algunos residuos, especialmente de plástico, papel o textil, debido a su mala reputación en materia de medio ambiente y a su pretensión de ascender en la escala industrial. El año anterior, 7,3 millones de toneladas de residuos plásticos (la mitad del global), habían ido a parar al país de Extremo Oriente. España envió 1 millón, 13% plásticos (ver https://www.publico.es/sociedad/plastico-toneladas-plastico-china-no-quiere.html). 

La nueva posición de China debió racionalizar en el Norte/occidente el tratamiento de residuos, o mejor reducirlos drásticamente, con sistemas como nuevas formas de envase o envases retornables, habitual hasta los años 70. Máxime cuando la convención de Basilea, en vigor desde 1992, considera delito el tráfico de desechos peligrosos. Nada de eso. 
Mejor traficar con ellos. Lo sabemos porque Filipinas devolvió 103 toneladas de residuos plásticos a Canadá; y Malasia 5 contenedores a España, enviados sin licencia desde el puerto de Valencia. Malasia devolvió otras 450 toneladas a Australia, EEUU, Arabia Saudita o Japón (https://www.elmundo.es/cronica/2019/06/03/5cf1742ffc6c83a90b8b46b4.html).
 
El reciclaje empieza en el contenedor,

sigue la recogida del Ayuntamiento, de ahí a la planta de reciclaje, la selección de lo que se puede usar y la venta del resto a otros recicladores. Entidades “sin ánimo de lucro” (como Ecoembes) hacen la selección y venta. Ecoembes, integrada por grandes empresas de Coca Cola a Nestlé, da el negocio a éstas, que nos venden lo reciclado con nuestros impuestos. ¿Y del resto, que no da beneficio inmediato y no entra en el circuito del consumo? En la “economía circular”, debe reciclarse. Algunos cobran por hacerlo. (https://www.eldiario.es/economia/negocio-detras-Ecoembes_0_803170173.html).

Pero mejor traficarlo a Tailandia (multiplicó por 10 sus importaciones de residuos plásticos desde 2018), Filipinas, Malasia, Vietnam, Indonesia y zonas de América Latina o África. Donde no reciclan, sino queman, provocando graves afecciones respiratorias, o arrojan a vertederos incontrolados o al océano (contaminando el suelo, aguas superficiales, subterráneas y submarinas volviendo a nosotros, como microplásticos o contaminación atmosférica). (Véase al efecto en https://elpais.com/sociedad/2019/05/31/actualidad/1559333457_551118.html, https://www.eldiario.es/desalambre/Aguas-contaminadas-irrespirable-comunidades-Asia_0_914458992.html

Producir, transportar y consumir de la forma más contaminante

Despilfarrar energía fósil y materias primas (que escasean). Generar materiales contaminantes muy difíciles de reciclar. Arrojar el resto al otro lado del mundo (frecuentemente a 15 o 20.000 Km. de distancia). contaminar zonas “en vías de desarrollo” o “subdesarrolladas” y de vuelta a nosotros. Cada paso libera Gases de Efecto Invernadero. A cambio generamos dinero para grandes empresas, que irá al bolsillo de los plutócratas, sus dueños y jefes, y contribuirá a aumentar su dominación sobre nosotros y su destrucción del medio ambiente. Economía circular, dicen.

Que la basura es y será un gravísimo problema lo está demostrando la saturación y peligrosidad de los vertederos; esos espacios donde se acumula toda el desecho de esta sociedad superindustrializada. Y así, lo podemos comprobar en sucesos tan lamentables como el reciente colapso del vertedero de Zaldibar, con la muerte de dos trabajadores y el peligro para la salud de millares de vecinos. Un vertedero al que suponían un período de funcionamiento hasta 2046 y que se iba a clausurar en 2022, 24 años antes! https://elpais.com/politica/2020/02/19/actualidad/1582142433_757751.html

En la Comunitat Valenciana hay tres vertederos que son un verdadero quebradero de cabeza para los habitantes de sus alrededores. Éstos son los de Pedralba, Villena y Novelda. El primero sufrió un incendio hace 5 años el cual necesitó de 12 horas para ser sofocado. El segundo con fuertes quejas por parte de los vecinos por sus malos olores y el tercero pegado a una barriada y con varios incendios a sus espaldas. En todos los casos hay un enérgico rechazo por parte de la población circundante. Y es que incluso el diseño de estos receptores de desechos del capitalismo industrial es una muestra de la total despreocupación que los gobiernos a sus órdenes demuestran en este tema, instalados muchas veces encima de importantes masas de agua, como es el caso del vertedero de Tivissa en “les Terres de l’Ebre” sobre el manto acuífero de un gran río. Por si fuera poco, a este cúmulo de despropósitos se suman los almacenes de residuos radiactivos. En el Cabril (Córdoba), en cuya comarca la tasa de paro rondaba el 50% en 2017 (https://www.publico.es/actualidad/vivir-media-hora-unico-cementerio-nuclear-espana.html) se halla un cementerio nuclear que teóricamente recoge residuos de baja o media intensidad con vida media de unos 300 años, pero con una total falta de transparencia sobre los peligros que conlleva su ubicación en un terreno con una estabilidad en cuestión y el riesgo de posibles filtraciones. Sobre este particular hay que recordar el caso del vertido nuclear directo de 700 litros al alcantarillado de la ciudad de Madrid en el año 1970. Dicho residuo procedía de un reactor nuclear situado en su ciudad universitaria y acabó en el río Manzanares. Esto tuvo consecuencias en el riego agrícola y muchas frutas y verduras con altos niveles de radiactividad acabaron siendo consumidos por la ciudadanía (https://www.abc.es/espana/madrid/abci-accidente-nuclear-madrid-vertidos-radiactivos-manzanares-llegaron-lisboa-201604251838_noticia.html). 
Todo ello fue totalmente silenciado en su momento, para “no causar pánico” dicen.

La producción y almacenaje de residuos radiactivos en el estado español ha impactado de una manera brutal en la economía de la mayoría, puesto que los usuarios y usuarias hemos tenido que pagar en nuestros recibos de luz las 4/5 partes del presupuesto destinado a la gestión de estos (https://www.colectivoburbuja.org/javier-barrajon/la-factura-de-la-luz-y-el-cementerio-nuclear/). Una vez más se privatizan los beneficios y se socializan las pérdidas. Una constante del sistema económico que padecemos.

Todo vale para devorar el legado más despreciable del capitalismo industrial, incluso poniendo en peligro el medio natural y las personas. Una muestra más de nuestra marcha hacia un colapso cada vez más cercano.
Joan Salaet
02-03-2020

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