Como sabéis el cambio climático se nos echa encima (y el agotamiento acelerado de los combustibles fósiles, del agua dulce y de las materias primas esenciales). Dieciocho de los diecinueve años más calurosos, desde que se conserva registro (desde 1850), se encuentran entre los que han transcurrido desde el año 2000. Los últimos datos sobre el clima, las emisiones y los estilos de vida muestran que las peores previsiones han sido superadas. El colapso de nuestra forma de vida y de la organización social es ahora inevitable, e incluso empezando ahora un cambio radical y favorable, las consecuencias sobre la vida humana van a ser graves. Pero los impactos pueden ser aun más catastróficos. La extinción de especies, que se está acelerando, incluida tal vez la humana, y la evolución hacia un entorno hostil a toda forma de vida compleja.

A partir del momento en que sus efectos se hacen evidentes, y sus muestras se suceden en cascada, hasta convertirse en una emergencia social, únicamente las organizaciones de trabajadores que puedan explicar qué está pasando, y tengan planes de contingencia para afrontar la situación, también respecto de la actividad y medios de vida de sus asociados, podrán presentar su proyecto como viable.

Pero es que, además, el anarcosindicalismo, como proyecto que debe hacerse extensivo a toda la clase trabajadora y al común del pueblo, tiene un aspecto de municipalismo libertario, entre las propuestas de plena descentralización (íntimamente asociada a lo local y a la atención de las necesidades en el territorio más cercano) y de auténtica democracia horizontal, participativa y de base, lo que constituye una de las escasas alternativas adaptables al entorno que se genera a partir del cambio climático, por lo que la contribución que se debe hacer respecto de esta situación de emergencia es esencial.

[la otra gran alternativa es la del ecofascismo, esto es aquellos “regímenes autoritarios que posibiliten que cada vez menos personas, las que tienen poder económico y/o coercitivo, sigan sosteniendo su estilo de vida acaparando recursos a costa de que mucha más gente no pueda acceder a los mínimos materiales de existencia digna”, Federico Ruiz, Ecologistas en Acción, Revista El Ecologista, núm 83]

Por consiguiente, deberíamos estar de acuerdo, en que hacer frente a la emergencia climática, como conjunto de reivindicaciones, y como relato de conjunto, permite establecer un proyecto unificador de las luchas esenciales y enfocarlas, además, de un modo realista.

Y eso es así en tanto en cuanto permite la radicalización de las luchas. Pues es la unificación en su radicalidad, p.e. la feminización de los valores (y las escalas de valores) cuyo lugar central ocupa el cuidado de la vida; pero además la reivindicación de fondo que unifica, detener el crecimiento, es inasumible e inasimilable por el régimen, pues implicaría la quiebra del poder del dinero, o lo que es lo mismo de la plutocracia global. 

Puesto que la lucha climática y por la conservación natural, es la quiebra de sus instrumentos de dominación o de subjetivación (sujeción) de las personas/individuos y de los colectivos basada en el incremento del consumo (consumo de estatus, obsolescencia programada -incluida la tecnológica-, el efecto de la publicidad, o la producción con la finalidad de forzar el mayor consumo posible, p.e. fabricación no modular o alimentos elaborados para aumentar su ingesta). 

Y, mientras el contenido reivindicativo de las luchas no surte el efecto deseado (a saber: (1) que los poderes públicos acepten e implementen las asimilables, incluso con dificultades, y (2) respecto las no asimilables, que produzcan el cambio de las estructuras institucionales), ¿qué podemos hacer? Pues, tal como resume Carlos Taibo, construir la sociedad desde abajo. Las investigaciones, experiencias y experimentos a partir del cooperativismo integral (con intercambio y moneda local) y otros modelos organizativos que nos permitan vivir de un modo sostenible y establecer la solidaridad necesaria para hacer frente a los problemas que se nos echan encima.

Grupo de Trabajo KolapSOS