(acta del primer punto del orden del día de la reunión telemática de 19-04-20 del grupo KolapSOS)
La cuestión es ¿va a haber un nuevo Pacto de la Moncloa?, los políticos ¿van a conseguir ponerse de acuerdo para ello? Porque, coyunturalmente, estos últimos días hay más bien desencuentro. Y, en todo caso, ¿van a conseguir convencer a la sociedad respecto de la necesidad y la oportunidad del mismo?
No obstante, la sensación es que sí que los va a haber. Porque la situación socioeconómica que se presenta es muy muy grave. La finalidad es que los partidos con posibilidades de gobernar, cuando estén en la oposición, no hagan sangre con las medidas muy lesivas que se van a “tener que aplicar”. Y que van a ser aun más graves ahora que en 1978, porque ahora no puede haber contrapartidas para el común de la gente. En su momento aún había alguna contrapartida que podría mejorar algo la situación personal y familiar, p.e. el Servicio Nacional de Salud y la organización de otros servicios públicos, o las ayudas, aún miserables, de la UE. Ahora no. Como se decía en los años inmediatos a la posguerra civil, esto, “es lo que hay”.
Porque las soluciones, puramente coyunturales, que se están aplicando a los quebrantos económicos de la pandemia, y del encierro de la gente, consisten en que el Estado se endeude, que genere deuda pública (y privada), la cual habrá que empezar a pagar de inmediato. A falta de instrumentos propios, debido a la transferencia de competencias a la U.E., como un Banco Central, o un sistema fiscal autónomo, que sirvan de red de protección, frente a la globalización financiera, y, por consiguiente, sirvan de red, que permitiría financiarse con cargo a la emisión de moneda y a impuestos más exigentes con las grandes fortunas y los grandes negocios. Por lo que, salvo una gran alianza del Sur y de la gente concienciada (digamos de la izquierda social), e incluso de aquellos otros sectores que puedan ser sensibles a este tipo de argumentación, que haga retroceder a la insensatez del poder y del racismo, la crisis socioeconómica para la gente común será brutal.
Pero, además, hay el problema añadido de las pandemias posteriores o los rebrotes de la actual, y los otros colapsos que están al caer. De modo que el proyecto plutocrático va a intentar volver a la situación anterior, en la que mantenga o incluso incremente su poder, por la vía del pacto social por un plan de estabilización (similar al de 1978), a pesar del tremendo sufrimiento y de la miseria que un plan de estas características, aún más actualmente, puesto que la situación es distinta a 1978. Y es distinta, además, porque hay chances que, bien gestionados por los sindicatos, por los movimientos de trabajadores y por los restantes movimientos sociales, podrían permitir hacer realidad la otra opción, la que nos podría llevar hacia el segundo escenario, el del pacto por la civilización, enfrentando los problemas reales, que son básicamente de carácter ecológico y que pueden permitir atender adecuadamente a los problemas sociales, que, en otro caso, se van a volver tan acuciantes que serán prácticamente inmanejables.
Aclaración: La plutocracia, el proyecto plutocrático (cuyo elemento personal serían los ricos y los ejecutivos máximos de las grandes corporaciones) es el poder del dinero. Un poder privado, y por consiguiente arbitrario, irresponsable, impersonal e inmoral. La cuestión es que constituye el proyecto social del poder establecido, por consiguiente, es el que influye decisivamente en la dinámica y evolución del entramado institucional. Ese entramado tiene su propia dinámica, cierto, pero, en su desarrollo, el proyecto plutocrático tiene un peso decisivo. Determinante de la realidad social en cuanto las resistencias de la población y la propia dinámica de las instituciones no lo impiden. Sólo la influencia de ese proyecto plutocrático, como proyecto neoliberal, explica la matriz de cambios producidos, desde los años 70 hasta la actualidad, y, especialmente, la arquitectura institucional de la UE y las medidas aplicadas a raíz de la crisis de 2007-2008.
La cuestión sería ¿Es o no posible volver a la situación anterior? Tanto por lo que se refiere al poder establecido, como a las instituciones y a las aspiraciones de la mayoría social. Con el efecto que esa “vuelta” puede tener en una situación de graves carencias financieras, de modo que la situación, de alcanzarse el pacto social, se volvería (aún mucho más angustiosa) para el pueblo, especialmente los jóvenes, cuyos proyectos personales serán destruidos, ancianos, cuyas pensiones y apoyo a la dependencia se verán erosionadas fuertemente, antiguos y nuevos pobres de todas las procedencias, mujeres, cuyas expectativas retrocederían, y, en general, los sectores populares, por la destrucción de los servicios públicos, con la incidencia que eso tendría en la salud, la ayuda al desempleo, la educación, y los demás derechos sociales fundamentales.
El problema es que cierta izquierda, la que constituye la alternativa, la que tiene posibilidades de gobernar, y en sitios como aquí gobierna, aún no es realmente consciente, ni acaba de ver la situación. No entiende que el crecimiento económico no es viable ya en el inmediato futuro. El no entender la necesidad del decrecimiento dificulta a los científicos, que investigan la relación medio ambiente-ecología/sociedad humana, explicar a la mayoría social la necesidad del cambio de civilización. Porque a los muy ricos no se les va a convencer, puesto que no les interesa (y, por consiguiente, no lo van a querer entender) de lo imprescindible de un cambio que cuestiona las bases de su poder. Por absurdas que puedan ser, se inclinan, en todo caso, por soluciones personales o del pequeño núcleo de privilegiados; para eso compran tierras en ciertas zonas del mundo, que se supone van a quedar menos afectadas o construyen sus mansiones de cierta forma. Aunque su perspectiva no sea real, los efectos prácticos de sus creencias sí son muy reales. Así, pues, el problema es que tanto el poder establecido (no necesariamente en el gobierno) como su probable alternativa tienen una perspectiva crecentista que no es viable.
Los escenarios son, pues, el Business as usual (volver a los negocios como hasta ahora), el Green New Deal Global (un gran acuerdo que imponga algunas soluciones, aunque sea únicamente un barniz, verdes) o el decrecimiento económico y social, atendiendo a las auténticas necesidades sociales. La propuesta que va a hacer el poder establecido en esta situación estará probablemente en algún punto entre las dos primeros alternativas.
¿Cómo podemos afrontar, pues, los problemas? Porque los instrumentos normales para intentar convencer a la ciudadanía, la manifestación, la huelga,… están suspendidas en la situación de emergencia y encierro, y todo apunta a que lo van a estar, por lo menos hasta final de año. La metodología de la intervención social deberá ser, pues, distinta. Quizá huelgas de alquileres, u otras acciones que lleguen a la administración; porque, Internet, sí, pero salvo algo muy potente, lo que se haga en ese ámbito se pierde entre el enorme tráfico que circula estos días de encierro. Claro que, por otro lado, desobedecer, es muy fácil, si te manifiestas o te reúnes de cualquier modo ya estás desobedeciendo. Habrá, pues, que hacer un análisis costo-beneficio respecto de las posibilidades de acción.
La cuestión es convencer a la opinión pública y constituir estados de opinión. Aún y así movilizar a la ciudadanía, para introducir cambios institucionales, nunca es fácil, para nosotros. Porque, a diferencia de las élites de poder, nos falta costumbre y, nuestros instrumentos habituales, las manifestaciones o las huelgas, ni son tan numerosas ni tan decisivas como se requeriría.
No obstante, ahora tenemos la ventaja de que los cambios serán imprescindibles, por lo que basta con exponer nuestro punto de vista, nuestras alternativas, frente a las del poder establecido, y ahí el terreno se iguala bastante. No es como cuando eres tú el que debe cambiar el statu quo, al cual, incluso la gente común, liga sus expectativas y sus proyectos personales, pues el business as usual se puede mantener tal cual poco tiempo. Y, además, en este momento, la investigación científica nos da la razón de modo contundente, lo que supone una gran ventaja para nuestro proyecto.
En todo caso los cambios no se pueden desligar de las condiciones concretas de la vida de la gente común y de algún fenómeno de movilización, y de empoderamiento, de la misma. La política partidista trata de tomar pie en la situación para conseguir alguna ventaja concreta para cada partido. Pero, estamos en un cambio de era, por lo que para que nuestros iguales comprendan estas situaciones debemos ir a los ejemplos del aquí y el ahora. No sólo se trata de hacer investigaciones sobre estas cuestiones, que también, sino, además, tiene que ver especialmente con crear núcleos organizativos. Parece haber suficientes conocimientos para orientar las propuestas resultantes en una línea de concienciación social y movilización pública real y/o virtual.
No estamos simplemente ante una situación de crisis socieconómica local, sino que estamos ante problemas de alcance global, y no solo económicos, sino que van mucho más allá. Habrá, pues, que tener en cuenta cómo se orientan los intereses de los sectores populares en los distintos países y regiones. Y los problemas que se presentan. Porque, incluso en lo más inmediato, la pandemia, no sólo existe el salto del coronavirus de una especie a otra, incluso de posibles saltos de este tipo (zoonosis) futuras, sino que hay potencialmente otras diversas enfermedades que pueden convertirse en pandemias de modo casi inmediato. P.e. el mosquito anófeles ya está entre nosotros. Enfermedades como la malaria están en la rampa de salida para aparecer, pues, como pandemias, puesto que el agente transmisor ya se encuentra presente.
Si el problema es de alcance global, la movilización tiene que ser también de alcance internacional. O, cuando menos, moverse en el ámbito de la UE. Para ello se necesita una gran alianza de fuerzas europeas. Movimientos de los países que, en la ola de la pandemia, resulten más perjudicados, como los de la zona Sur de Europa, Francia, España, Italia, Grecia, Portugal, etc. Por consiguiente el pacto de civilización requiere que tenga el mayor alcance geográfico posible.
Lo que va más allá de los países occidentales, incluidas las antiguas zonas colonizadas, respecto de los que habría de pensarse en un pacto para promover una verdadera descolonización. Y eso tiene que ver con el ámbito europeo, puesto que la UE ha heredado los intereses coloniales. Se trata, pues, de quitarles la bota de encima a los países empobrecidos respecto de los que el proyecto neoliberal globalizador procedió a apretar los grilletes. Y, de alcanzarse esa perspectiva, esa renovada libertad, permitiría a la gente del Sur, recuperar el peso global que siempre debieron tener. Su contribución a detener algunos aspectos más lesivos del proceso globalizador puede servirnos de ejemplo y acicate.
Habrá que empezar, por consiguiente, por quiénes deben de ser los participantes en ese pacto. En cuanto al pacto social en el horizonte, las cartas ya están repartidas, serán los partidos políticos, y los sindicatos que el poder establecido constituye como mayoritarios. El pacto de civilización alternativo debe extender lo más posible el número y la variedad de los participantes.
En cuanto a las redes de apoyo mutuo que nuclea y tienen contacto con la XES, se trata de ayudar ya, aunque sea modestamente, en la medida en que nos resulte posible. Y sumar la reflexión, con la solidaridad concreta, estas redes muchas veces no tienen suficiente contacto ni información, incluso entre sí. De modo que intentemos contribuir a federar las iniciativas. Y tanto las investigaciones y las propuestas, como las organizaciones de apoyo mutuo requieren una labor de difusión, de dar a conocer a la opinión pública. Por eso intentamos en primer lugar aprender, y después contribuir en lo posible, de esas formas de solidaridad concreta. A las que podemos intentar darnos a conocer y sumarnos con el fin de concretar núcleos de organización.
Desde hace tres siglos que se ha intentado resistir la dinámica del crecimiento de la acumulación, del capital y del poder establecido, se le ha intentado combatir, además, con huelgas, en ocasiones con violencia, incluso se han presentado alternativas. Sin embargo, únicamente este virus, derivado de la crisis ecológica global, es lo que ha conseguido detener toda esa dinámica. Los límites ecológicos, la deforestación o la pérdida de biodiversidad, a que apuntaban las ciencias ecológicas desde hace muchas décadas, ya los tenemos aquí, lo que es causa, entre otras muchas cosas, de que microorganismos que ya existían, pero que no habían saltado a los seres humanos, nos alcancen y paren, aunque sea un instante, la dinámica del crecimiento de la destrucción ecológica y del poder social. Elaborar, pues, un corpus teórico sobre la autoorganización y el apoyo mutuo entre las gentes, debe hacerse teniendo en cuenta estas circunstancias, las del siglo XXI, y no las del XX y mucho menos del XIX.
El pacto por una nueva civilización implica lanzar propuestas que tengan en su base la respuesta a esas cuestiones. Los efectos de la situación de crisis económica, aunque impliquen mucho padecimiento, y que haya repeticiones si no se hace nada para encontrar y aplicar soluciones distintas, no atentan contra la vida como sí hacen las crisis ecológicas, como la que está en el origen de la enfermedad que ocasiona el virus; lo cual ya está cuestionando y cuestionará mucho más aún todos los aspectos fundamentales del vivir. Es ahí donde se tiene que anclar un proyecto nuevo, pues o se cambian las cosas o vamos al desastre total. Este proceso genera unas emociones o sentimientos que se tendrán que utilizar, que se tienen que racionalizar, documentar y llenar de contenido, para ofrecer una alternativa, tratando de que nuestros iguales comprendan la situación.
¿Qué entendemos por pacto social a imagen de los pactos de la Moncloa? Pues consiste en que todos los partidos que tienen posibilidades de ganar unas elecciones, por consiguiente que pueden llegar a tener acceso al boletín oficial, han de dejar de lado las críticas que afecten a los puntos del acuerdo. Puesto que, los partidos que realizaran esas políticas “responsables”, que se atienen a lo que previsiblemente debe formar parte de los pactos, se verían en graves problemas, frente a aquellos que usaran como arma arrojadiza los sacrificios sociales, gravemente lesivos a corto y a largo plazo (como han demostrado las medidas, aplicadas a raíz de la crisis de 2008, mucho menos nocivas) para la mayoría social –clases trabajadoras, autónomos o clases medias-.
El contenido de un pacto social de ese tipo es un plan de estabilización. Reducir la participación salarial en la Renta Nacional, erosionar la protección del contrato de trabajo, reducir el gasto público, y los derechos sociales, derivados de los servicios públicos, como salud-sanidad, educación, apoyo a la dependencia, sistema de pensiones, derecho a la vivienda. La meta es reducir los costos y reconstruir el beneficio empresarial de las grandes corporaciones, de modo que se establezca una posición de competitividad de las empresas en el escenario europeo y global, que promueva la inversión básicamente extranjera.
Pero las políticas para mantener y fortalecer los derechos sociales, tienen sistemáticamente un fuerte apoyo de la opinión pública, mientras las contrarias son rechazadas contundentemente. Bien, pues se trata de convencer a la mayoría social de que las políticas que atacan frontalmente estos derechos, de alguna manera tienen por función su mantenimiento. O, sencillamente, que esos derechos son insostenibles. Y esto sólo es posible si, entre los partidos representativos, y las organizaciones sociales, como los sindicatos consagrados como mayoritarios por los poderes establecidos, no existe disonancia. Si todos ellos, y los medios de comunicación de gran difusión que les dan cobertura, defienden sin fisuras las mismas políticas, cuyo objetivo es erosionar aquellos derechos, a poder ser hacerlos desaparecer, de modo que cualquier otra opción se presenta como imposible o/e irresponsable.
En el año 1978 y siguientes, desde las posiciones libertarias y radicalmente democráticas, hicimos los planteamientos que quizá estábamos obligados, con todos los errores que se quiera. Pero ahora el planteamiento debe ser otro, porque existen otros problemas, no sólo la crisis económica, la cual debemos de dejar claro que hay otras formas de enfocar, mejores y más racionales. Ahora tenemos la posibilidad de convencer a nuestros iguales de que ese no es el camino, que los problemas son otros, y las soluciones también. El fracaso de las políticas neoliberales, aplicadas durante los últimos más de 40 años, que están en la raíz de los planes de estabilización, deberían cargarnos de razón y dotarnos de los mejores argumentos.
Una posibilidad es crear un escenario paralelo al del pacto social o pacto de la Moncloa. Un foro o plataforma social alternativa. Lo que requiere buscar la participación, y sumar a la mayor cantidad posible de grupos, organizaciones y movimientos sindicales, sociales y políticos. Hasta incluso intentar idear algún tipo de modalidad de participación popular distinta y al margen de las instituciones representativas.
De modo que se acuerda poner en marcha un GRUPO DE INVESTIGACIÓN, REFLEXIÓN Y ACCIÓN PROPOSITIVA. Intentaríamos unir en un documento consensuado a cuanta más gente mejor.